Adiós para siempre,
mitad de mi vida,
un alma tan sólo
teníamos los dos;
mas hoy es preciso
que esta alma divida
la amarga palabra del
último adiós.
¿Por qué nos separan?
¿No saben acaso
que pasa la vida cual
pasa la flor?
cruzamos el mundo
como aves de paso...
mañana la tumba, ¿por
qué hoy el dolor?
¿La dicha secreta de
dos que se adoran
enoja a los cielos, y
es fuerza sufrir?
¿Tan sólo son gratas
las almas que lloran
al torvo destino?...
¿La ley es morir?...
¿Quién es el
destino?... Te arroja a mis brazos,
en mi alma te
imprime, te infunde en mi ser,
y bárbaro luego me
arranca a pedazos
el alma y la vida
contigo... ¿por qué?
Adiós... es preciso.
No llores... y parte.
La dicha de vernos
nos quitan no más;
pero un solo instante
dejar de adorarte,
hacer que te olvide,
¿lo pueden? ¡Jamás!
Con lazos eternos nos
hemos unido;
en vano el destino
nos hiere a los dos...
¡las almas que se
aman no tienen olvido,
no tienen ausencia,
no tienen adiós!
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