domingo, 24 de febrero de 2019

VICEVERSA


Tengo miedo de verte
Necesidad de verte
Esperanza de verte
Desazones de verte

Tengo ganas de hallarte
Preocupación de hallarte
Certidumbre de hallarte
Pobres dudas de hallarte

Tengo urgencia de oírte
Alegría de oírte
Buena suerte de oírte
Y temores de oírte

O sea
Resumiendo
Estoy jodido
Y radiante
Quizá más lo primero
Que lo segundo
Y también
Viceversa.

-          MARIO BENEDETTI



lunes, 18 de febrero de 2019

EL CANTAR DE LOS CANTARES 8

CANTARES 8

8 ¡Ojalá fueras tú un hermano mío,
criado a los pechos de mi madre!
Así, al encontrarte en la calle,
Podría besarte y nadie se burlaría de mí;
2 podría llevarte a la casa de mi madre,
te haría entrar en ella,
y tú serías mi maestro.
Yo te daría a beber del mejor vino
y del jugo de mis granadas.
3 ¡Que ponga él su izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!

Él

4 Prométanme, mujeres de Jerusalén,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Sexto canto
Coro

5 ¿Quién es ésta que viene del desierto,
recostada en el hombro de su amado?

Él
Bajo un manzano interrumpí tu sueño:
allí donde tu madre tuvo dolores;
allí donde tu madre te dio a luz.

Ella
6 Llévame grabada en tu corazón,
¡llévame grabada en tu brazo!
El amor es inquebrantable como la muerte;
la pasión, inflexible como el sepulcro.
¡El fuego ardiente del amor
es una llama divina!
7 El agua de todos los mares
no podría apagar el amor;
tampoco los ríos podrían extinguirlo.
Si alguien ofreciera todas sus riquezas
a cambio del amor,
burlas tan sólo recibiría.

Coro

8 Nuestra hermanita no tiene pechos.
¿Qué vamos a hacer con ella
cuando vengan a pedirla?
9 Si fuera una muralla,
construiríamos sobre ella almenas de plata;
si fuera una puerta,
la recubriríamos con tablas de cedro.

Ella
10 Yo soy como una muralla,
y mis pechos como torres.
Por eso, a los ojos de él,
ya he encontrado la felicidad.
11 Salomón tenía un viñedo en Baal-hamón.
Lo dejó al cuidado de unos guardianes,
que al llegar la cosecha le entregaban
mil monedas de plata cada uno.
12 Las mil monedas son para ti, Salomón,
y doscientas para los guardianes;
¡yo cuido mi propia viña!

Él
13 ¡Déjame oír tu voz,
oh reina de los jardines!
¡Nuestros amigos esperan escucharla!
Ella
14 ¡Corre, amado mío,
corre como un venado,
como el hijo de una gacela

sobre los montes llenos de aromas!

- SALOMÓN.


EL CANTAR DE LOS CANTARES 7

CANTARES 7

Él

7 (2) ¡Qué hermosos son tus pies
en las sandalias, princesa!
Las curvas de tus caderas
Son como adornos de oro fino
Hechos por manos expertas.
2 (3) Tu ombligo es una copa redonda
donde no falta el buen vino;
Tu vientre es una pila de trigo
Rodeada de rosas.
3 (4) Tus pechos son dos gacelas,
Dos gacelas mellizas.
4 (5) Tu cuello es una torre de marfil;
tus ojos son dos estanques
de la ciudad de Hesbón,
junto a la puerta de Bat-rabim;
tu nariz es como la torre del Líbano
que mira hacia la ciudad de Damasco.
5 (6) Tu cabeza, sobre tu cuerpo,
es como el monte Carmelo;
hilos de púrpura son tus cabellos:
¡un rey está preso entre sus rizos!
6 (7) Amor mío, mujer encantadora,
¡qué bella, qué hermosa eres!
7 (8) Tu porte es como el porte de una palmera;
tus pechos son como racimos.
8 (9) Yo pienso subir a la palmera
y adueñarme de sus racimos.
Tus pechos serán entonces
como racimos de uvas;
tu aliento, perfume de manzanas;
9 (10) tu paladar, como el buen vino
que resbala suavemente
por los labios y los dientes.

Ella

10 (11) Yo soy de mi amado:
los impulsos de su amor lo atraen a mí.
11 (12) ¡Anda, amado mío, vayamos al campo!
Pasaremos la noche entre flores de alheña.
12 (13) Por la mañana iremos a los viñedos,
a ver si ya tienen brotes,
si se abren ya sus botones,
si ya han florecido los granados.
¡Allí te daré mi amor!
13 (14) Las mandrágoras esparcen su aroma.
A nuestra puerta hay fruta de todas clases:
fruta seca y fruta recién cortada,

que para ti, amado mío, aparté.


EL CANTAR DE LOS CANTARES 6

Cantares 6

Coro

6 ¿A dónde se ha ido tu amado,
Hermosa entre las hermosas?
¿A dónde se ha dirigido?
¡Iremos contigo a buscarlo!

Ella
2 Mi amado ha ido a su jardín,
a su jardín perfumado,
a apacentar su rebaño
y cortar las rosas.
3 Yo soy de mi amado, y él es mío.
Él apacienta sus rebaños entre las rosas.

Quinto canto

Él
4 Tú, amor mío,
Eres hermosa y encantadora
Como las ciudades de Tirsá y Jerusalén;
irresistible como un ejército en marcha.
5 ¡Deja ya de mirarme,
Pues tus ojos me han vencido!
Tus cabellos son como cabritos
que retozan por los montes de Galaad.
6 Tus dientes, todos perfectos,
son cual rebaño de ovejas
recién salidas del baño
y listas para la trasquila.
7 Tus mejillas son dos gajos de granada
escondidos tras tu velo.
8 Sesenta son las reinas,
ochenta las concubinas
y muchísimas las doncellas,
9 pero mi palomita virginal es una sola;
una sola es la hija preferida
de la mujer que la dio a luz.
Al verla, las jóvenes la felicitan;
reinas y concubinas la alaban.

Coro
10 ¿Quién es ésta que se asoma
como el sol en la mañana?
Es hermosa como la luna,
radiante como el sol,
¡irresistible como un ejército en marcha!

Ella
11 Fui al bosque de los nogales
a admirar el verdor en el arroyo;
quería ver los brotes de los viñedos
y las flores de los granados.
12 Después ya no supe qué pasó
hasta que me vi en un carro junto a mi príncipe.
Coro
13 (7.1) ¡Regresa, Sulamita, regresa!
¡Regresa, queremos verte!
Ella

¿Y qué quieren ver de la Sulamita?

Coro

¡Una danza, como en los campamentos!


EL CANTAR DE LOS CANTARES 5

Él

5 Ya he entrado en mi jardín,
hermanita, novia mía.
Ya he tomado mi mirra y mis perfumes,
ya he probado la miel de mi panal,
ya he bebido mi vino y mi leche.

Coro

Queridos amigos,
coman y beban,
¡beban todo lo que quieran!

Cuarto canto
Ella

2 Yo dormía, pero no mi corazón.
Y oí que mi amado llamaba a la puerta:
«¡Ábreme, amor mío;
hermanita, palomita virginal!
¡Mi cabeza está empapada de rocío!
¡El rocío nocturno me corre por el cabello!»
3 «Ya me he quitado la ropa;
¡tendría que volver a vestirme!
Ya me he lavado los pies;
¡se me volverían a llenar de polvo!»
4 Mi amado metió la mano
por el agujero de la puerta.
¡Eso me conmovió profundamente!
5-6 Entonces me levanté
para abrirle a mi amado.
De mis manos y mis dedos
cayeron gotitas de mirra
sobre el pasador de la puerta.
¡Al oírlo hablar
sentí que me moría!
Abrí la puerta a mi amado,
pero él ya no estaba allí.
Lo busqué y no lo encontré,
lo llamé y no me respondió.
7 Me encontraron los guardias
que hacen la ronda de la ciudad;
me golpearon, me hirieron;
¡los que cuidan la entrada de la ciudad
me arrancaron el velo con violencia!
8 Mujeres de Jerusalén,
si encuentran a mi amado,
Prométanme decirle
Que me estoy muriendo de amor.

Coro

9 ¿Qué de especial tiene tu amado,
hermosa entre las hermosas?
¿Qué de especial tiene tu amado
que nos pides hacerte tal promesa?


Ella
10 Mi amado es trigueño claro,
Inconfundible entre miles de hombres.
11 Su cabeza es oro puro;
Su cabello es ondulado
Y negro como un cuervo;
Sus ojos son dos palomas bañadas en leche,
Posadas junto a un estanque;
Sus mejillas son amplios jardines
De fragantes flores.
Sus labios son rosas
Por las que ruedan gotitas de mirra;
14 sus manos son abrazaderas de oro cubiertas de topacios;
su cuerpo es pulido marfil
con incrustaciones de zafiros;
15 sus piernas son columnas de mármol
Afirmadas sobre bases de oro puro;
su aspecto es distinguido
como los cedros del Líbano;
16 su paladar es dulcísimo.
¡Todo él es un encanto!
Así es mi amado,
así es el amor mío,
Mujeres de Jerusalén.


EL CANTAR DE LOS CANTARES 4

Cantar 4

Él

4 ¡Qué hermosa eres, amor mío!
¡Qué hermosa eres!
Tus ojos son dos palomas
Escondidas tras tu velo;
tus cabellos son como cabritos
que retozan por los montes de Galaad.
2 Tus dientes, todos perfectos,
son cual rebaño de ovejas
recién salidas del baño
y listas para la trasquila.
3 Tus labios son rojos
como hilos de escarlata,
y encantadoras tus palabras.
Tus mejillas son dos gajos de granada
escondidos tras tu velo.
4 Tu cuello es semejante
a la bella torre de cantería
que se construyó para David.
De ella cuelgan mil escudos,
escudos de valientes.
5 Tus pechos son dos gacelas,
dos gacelas mellizas
que pastan entre las rosas.
6 Mientras llega el día
y huyen las sombras,
me iré al monte de la mirra,
a la colina del incienso.
7 ¡Tú eres hermosa, amor mío;
hermosa de pies a cabeza!
¡En ti no hay defecto alguno!
8 Baja conmigo del Líbano, novia mía;
baja conmigo del Líbano.
Contempla el valle desde la cumbre del Amaná,
desde la cumbre del Senir y del Hermón;
desde las cuevas de los leones,
desde los montes de los leopardos.
9 Me robaste el corazón,
hermanita, novia mía;
me robaste el corazón
con una sola mirada tuya,
con uno de los hilos de tu collar.
10 ¡Qué gratas son tus caricias,
hermanita, novia mía!
¡Son tus caricias más dulces que el vino,
y más deliciosos tus perfumes
que todas las especias aromáticas!
11 Novia mía,
de tus labios brota miel.
¡Miel y leche hay debajo de tu lengua!
¡Como fragancia del Líbano
es la fragancia de tu vestido!
12 Tú, hermanita, novia mía,
eres jardín cerrado,
cerrada fuente,
sellado manantial;
13 jardín donde brotan los granados
de frutos exquisitos;
jardín donde hay flores de alheña,
14 nardos y azafrán,
caña aromática y canela,
y toda clase de árboles de incienso,
de mirra y de áloe;
¡todas las mejores especias aromáticas!
15 La fuente del jardín
es un pozo del cual brota
el agua que baja desde el Líbano.
16 Viento del norte, ¡despierta!
Viento del sur, ¡ven acá!
¡Soplen en mi jardín y esparzan su perfume!

Ella

Ven, amado mío, a tu jardín,

y come de sus frutos exquisitos.


EL CANTAR DE LOS CANTARES 3

Cantar 3

3 En mi cama, por las noches,
busqué al amor de mi vida.
Lo busqué y no lo encontré.
2 Entonces me levanté
y recorrí la ciudad
Buscando al amor de mi vida
Por las calles y las plazas.
Lo busqué y no lo encontré.
3 Pregunté a los guardias
que hacen la ronda de la ciudad:
«¿No han visto ustedes al amor de mi vida?»
4 Apenas me había alejado de ellos,
Cuando encontré al amor de mi vida.
Lo tomé de la mano, y sin soltarlo
lo llevé a las habitaciones de mi madre.

Él
5 Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Tercer canto

Coro

6 ¿Qué es eso que viene del desierto
y avanza entre columnas de humo,
entre humo de mirra y de incienso
y de toda clase de perfumes?
7 ¡Es la litera de Salomón!
Viene escoltada por sesenta soldados
de los más valientes de Israel;
8 todos ellos manejan la espada
y son expertos guerreros;
cada uno lleva la espada al cinto
en previsión de peligros nocturnos.
9 El rey Salomón se ha hecho una litera
con finas maderas del Líbano.
10 Las columnas son de plata;
el respaldo, de oro;
el asiento, tapizado de púrpura;
el interior, decorado con amor
por las mujeres de Jerusalén.
11 Mujeres de Sión,
¡salgan a ver al rey Salomón!
Lleva puesta la corona
que le hizo su madre para el día de su boda,

para el día más feliz de su vida.


EL CANTAR DE LOS CANTARES 2

CANTARES 2

Ella
2 Soy la flor de los llanos de Sarón,
soy la rosa de los valles.

Él
2 Mi amada es, entre las mujeres,
como una rosa entre los espinos.

Ella
3 Mi amado es, entre los hombres,
como un manzano entre los árboles del bosque.
¡Qué agradable es sentarme a su sombra!
¡Qué dulce me sabe su fruta!
4 Me llevó a la sala de banquetes
y sus miradas para mí fueron de amor.
5 ¡Reanímenme con tortas de pasas,
aliméntenme con manzanas,
porque me muero de amor!
6 ¡Que ponga él su izquierda bajo mi cabeza,
y que con su derecha me abrace!

Él
7 Prométanme, mujeres de Jerusalén,
por las gacelas y cervatillas del bosque,
no interrumpir el sueño de mi amor.
¡Déjenla dormir hasta que quiera despertar!
Segundo canto

Ella
8 ¡Ya viene mi amado!
¡Ya escucho su voz!
Viene saltando sobre los montes,
viene saltando por las colinas.
9 Mi amado es como un venado:
como un venado pequeño.
¡Aquí está ya, tras la puerta,
Asomándose a la ventana,
Espiando a través de la reja!
10 Mi amado me dijo:
«Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
11 ¡Mira! El invierno ha pasado
y con él se han ido las lluvias.
12 Ya han brotado flores en el campo,
ya ha llegado el tiempo de cantar,
ya se escucha en nuestra tierra
el arrullo de las tórtolas.
13 Ya tiene higos la higuera,
y los viñedos esparcen su aroma.
»Levántate, amor mío;
anda, cariño, vamos.
14 »Paloma mía, que te escondes en las rocas,
en altos y escabrosos escondites,
déjame ver tu rostro,
déjame escuchar tu voz.
¡Es tan agradable el verte!
¡Es tan dulce el escucharte!»

Los dos 

15 Atrapen las zorras, las zorras pequeñas
que arruinan nuestros viñedos,
nuestros viñedos en flor.

Ella
16 Mi amado es mío, y yo soy suya.
Él apacienta sus rebaños entre las rosas.
17 Mientras llega el día
y huyen las sombras,
vuelve, amado mío;
sé como un venado,
como un venado pequeño

por los montes escarpados.


EL CANTAR DE LOS CANTARES

PRIMER CANTO

Ella
¡Dame un beso de tus labios!
Son más dulces que el vino tus caricias,
Deliciosos al olfato tus perfumes,
tu nombre es perfume derramado.
¡Por eso te aman las mujeres!
¡Llévame pronto contigo!
¡Llévame, oh rey, a tus habitaciones!

Coro
Contigo estaremos muy alegres;
Evocaremos tus caricias más que el vino.
¡Con razón te aman las mujeres!

Ella
Mujeres de Jerusalén,
Soy morena, pero hermosa;
Morena como los campamentos de Quedar,
Hermosa como las cortinas de Salomón.
No se fijen en que soy morena,
Ni en que el sol me ha quemado la piel.
Mis hermanos se enojaron conmigo
y me pusieron a cuidar las viñas,
¡y mi propia viña descuidé!
Dime, amor de mi vida,
¿Dónde apacientas tus rebaños?,
¿Dónde los llevas a descansar al mediodía?
¿Por qué he de andar como una vagabunda,
junto a los rebaños de tus compañeros?

Coro
Si no lo sabes tú,
Hermosa entre las hermosas,
sigue las pisadas del rebaño
y apacienta tus cabritos
junto a las chozas de los pastores.

Él
9 Tú eres para mí, amor mío,
cual fina yegua del carro del faraón.
10 ¡Qué lindas son tus mejillas
entre los pendientes!
¡Qué lindo es tu cuello
entre los collares de perlas!
11 ¡Te haremos pendientes de oro
con incrustaciones de plata!

Ella

12 Mientras el rey se sienta a la mesa,
mi nardo esparce su fragancia.
13 Mi amado es para mí como el saquito de mirra
que está siempre entre mis pechos.
14 Mi amado es para mí como flor de alheña
en los viñedos de En-gadi.
Él

15 ¡Qué hermosa eres, amor mío,
qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

Ella
16 ¡Qué hermoso eres, amor mío,
qué hermoso eres!

Él
¡La verde hierba es nuestro lecho!
17 Los cedros son las vigas de la casa,

y los cipreses, el techo que nos cubre.





sábado, 16 de febrero de 2019

AMOR DE TARDE



Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios

tú con el tizne azul de mi carbónico.


-          MARIO BENEDETTI.



viernes, 15 de febrero de 2019

HOMBRE Y MUJER


El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer, el más sublime de los ideales.
Diòs diò para el hombre un trono.
... Para la mujer un altar.

El trono exalta.
El altar ennoblece.

El hombre tiene la supremacía.
La mujer la preferencia.
La supremacía, significa la fuerza.
La preferencia representa el derecho.

El hombre es un águila que vuela.
La mujer el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio.
Cantar es conquistar el espacio.

El hombre es un océano.
La mujer es un lago.
El océano, tiene la perla que adorna.
El lago, la poesía que deslumbra.
En fin, el hombre está donde termina la tierra.
La mujer donde comienza el cielo.

-          VICTOR HUGO
FRAGMENTO




RIMA XLI




Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...

¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...

¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!




-           Gustavo Adolfo Bécquer




“IN MEMORIAM A. ARTHUR HALLAM”



Permanece a mi lado cuando se apague mi luz,
Y la sangre se arrastre;
Y mis nervios se alteren con punzadas dolientes.
Y el corazón enfermo,
Y las ruedas del ser giren lentamente.

Permanece a mi lado,
Cuando a mi frágil cuerpo le atormenten dolores y alcance la verdad.
Y el tiempo maniaco siga esparciendo el polvo,
Y la vida furiosa siga arrojando flamas.

Permanece a mi lado,
Cuando vaya apagándome y puedas señalarme el final de mi lucha…
Y en la cabecera de los días eternos
En el bajo y oscuro borde de la vida.




Cien sonetos de amor – XVII



SONETO  XVII

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:

Te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
Secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
Dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
Te amo directamente
sin problemas ni orgullo:
Así te amo porque no sé amar de otra manera,
Sino así de este modo en que no soy ni eres,
Tan cerca
que tu mano sobre mi pecho es mía,
Tan cerca
que se cierran tus ojos con mi sueño.

-           PABLO NERUDA



ADIOS


Adiós para siempre, mitad de mi vida,
un alma tan sólo teníamos los dos;
mas hoy es preciso que esta alma divida
la amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿No saben acaso
que pasa la vida cual pasa la flor?
cruzamos el mundo como aves de paso...
mañana la tumba, ¿por qué hoy el dolor?

¿La dicha secreta de dos que se adoran
enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?
¿Tan sólo son gratas las almas que lloran
al torvo destino?... ¿La ley es morir?...

¿Quién es el destino?... Te arroja a mis brazos,
en mi alma te imprime, te infunde en mi ser,
y bárbaro luego me arranca a pedazos
el alma y la vida contigo... ¿por qué?

Adiós... es preciso. No llores... y parte.
La dicha de vernos nos quitan no más;
pero un solo instante dejar de adorarte,
hacer que te olvide, ¿lo pueden? ¡Jamás!

Con lazos eternos nos hemos unido;
en vano el destino nos hiere a los dos...
¡las almas que se aman no tienen olvido,
no tienen ausencia, no tienen adiós!

- Manuel María Flores





CORAZON CORAZA


Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque la noche pase y yo te tenga
y no.


- Mario Benedetti.




LOS AMOROSOS

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
No esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
Siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
También como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
Porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
Sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
Como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
Complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
Una canción no aprendida,
Y se van llorando, llorando,

La hermosa vida.

-  Jaime Sabines.